domingo, junio 27, 2010

Nadie le dio importancia (primera parte)


EL TESTIMONIO DE UN SOBREVIVIENTE**** FRAGMENTOS

NARRACIÓN VERDADERA DE LOS HECHOS***


Nadie le dio importancia

Nadie le dio importancia* cuando llegó. El tema de su arribo, sin embargo, poco después, fue motivo de numerosas hipótesis, todas erróneas, por supuesto, excepto en un único detalle, el que llegó no era de los nuestros. Era un representante de ellos, los otros.
Yo soy un sobreviviente y creo que me defino muy bien, estoy vivo. Y eso me alegra mucho. Porque eso es lo que trajo consigo el visitante. Cual si fuera un embajador romano de los tiempos de la República, traía en una mano una flecha y en la otra una rama de olivo. La guerra o la paz. La muerte o la vida. Yo no tenía en ese momento ninguna autoridad. Si la hubiera tenido hubiera elegido la paz, la vida. Pero nuestros dirigentes eligieron la guerra, eligieron la muerte. ¿Por qué?. Porque nadie le dio importancia al enviado. Lo creyeron un loco o quizás un fanático, un terrorista. Los que se extrañaron con la situación fueron acallados, tildados de palomas por los halcones. Mencionaron términos como cobardía, absurdo, sin sentido, ridículo, imposible.
No lo escucharon, no razonaron, sólo le dieron crédito a sus ojos, no a sus oídos y cuando lograron comprender, ya era demasiado tarde. Es que no podían creer que las mismas fantasías de muchas películas de ciencia ficción se hicieran realidad. El concepto de clon se conocía desde fines del siglo XX. El manejo de la energía, los rayos laser, eran dominio de todos a través de múltiples aparatos sencillos, electrodomésticos. Todos tenían instrumentos de sonido basados en el dominio de la electrónica, del dominio de la energía. ¿Cómo pudieron ser tan orgullosos de no creer, de no admitir, que otras civilizaciones pudieran haber llegado a un mejor dominio de la física atómica y la tecnología relacionada?. Lo peor de todo, según mi modesta opinión, fue el orgullo respecto a su ética, a los valores que ninguno respetaba, a pesar de que ya se habían celebrado los festejos que recordaban el segundo centenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Eso fue en 2148**, cuando yo era joven. Pero para todos era evidente que para esa época lo que debían haber conmemorado eran dos siglos de oprobioso incumplimiento de esos derechos. En ningún estado ni Confederación de Estados se respetaron esos derechos. La cultura dominante era un doble standard aceptado por todos. Que lo aceptaran los poderosos, los dominadores, los explotadores, los privilegiados era comprensible, pero que los débiles, los dominados, los explotados, los que como yo mismo, sólo teníamos nuestras vidas como único tesoro, aceptáramos esa situación no era comprensible. A menos que consideráramos a las drogas.
Todos los subhumanos, por así decirlo, teníamos nuestras drogas. ¿Cuál era la mía?. No era tan mala. Yo era poeta. Y músico también, pero sólo para acompañar mis poemas. No me importaban los demás, a pesar de que cantaba sus pesares. Reconozco que era una viva imagen de la paradoja de ese mundo hoy ya desaparecido, después de la llegada del visitante. Aunque a mí me gusta más llamarlo viajero. Después de todo la vida es un viaje, aunque algunos lo nieguen y crean que la acumulación de poder sea el propósito de la vida. Ahora, cada vez más, creo que mi supervivencia se la debo a mi debilidad. Porque los poderosos fueron las primeras víctimas del viajero.
..........................................(Aquí se interrumpen por primera vez los fragmentos)................................
Era penoso ver la exhibición de los cuerpos mutilados de personas tan importantes y conocidas, ordenadas para que todos las pudiéramos ver en las pantallas públicas. Presidentes, primeros ministros, reyes, generales, grandes científicos, artistas, líderes de opinión, las personas más influyentes estaban allí, entremezclados con los más grandes criminales, jueces y asesinos, todos muertos, perforados por rayos que carcomieron sus cuerpos atrozmente. Las imágenes estaban en todas las ciudades, en todo el mundo. El viajero se había multiplicado en millones iguales a él.
Con sólo levantar su mano destruía no solamente a quienes se le oponían, sino también a sus artefactos de guerra, cualquiera que este fuese, en el aire, en los mares, en tierra. Todo era destruido en segundos, en forma sistemática e implacable.
...........................................(Segunda interrupción de los fragmentos)......................................................


CONTINUARÁ...

domingo, junio 20, 2010

Las aventuras de un desventurado o un viaje al templo de la cultura


Cuento los escalones, uno, dos, tres, ... primera gran escalera del gran edificio. Gigantesca entrada, tuerzo a la derecha, escalera de mármol, quizás de Carrara, sigo contando, veinte, veintiuno, veintidós, ... finalmente llego al segundo piso. Tanto o más espectacular que el primero. Grandes columnas, una enorme pintura en un muro del fondo me llama la atención, un paisaje del sur, con un gran volcán, árboles, maravilloso, me acerco, la pintura se agranda cada vez más, estoy a un metro de distancia. Ya no veo nada, es una enorme demostración de una especie de puntillismo. Sólo se admira el difuminado paisaje a más de diez metros de distancia. ¿Cómo lo hizo?. No me lo imagino, al pintor, retrocediendo diez metros después de cada una de las miles y miles de pinceladas. No entiendo. Pero tengo hambre. Retrocedo sobre mis pasos, oteando en las grandes aberturas que los arquitectos han diseñado como círculos o elipses y por los cuales veo, diez metros más abajo, las figuras en escorzo de los estudiantes que vienen a completar sus estudios en el lugar donde se acumulan millones de libros. Ante mí, unas puertas de cristal, dobles, curioso, observo de cerca, sin atreverme a pasar del dintel. En el interior, una biblioteca especial, una joya arquitectónica con valiosas maderas y una doble y triple altura de corredores estrechos que bordean las paredes del gran recinto, con libros antiguos. Todo lujosamente alfombrado de rojo oscuro, hace juego con la caoba de los finos muebles. Un distinguido lector levanta la vista y mira hacia la entrada. Huyo de inmediato y continuo mi ascenso, esta vez en una más estrecha escalera que serpentea para subir a las alturas. Cuento, cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve... las piernas comienzan a doler. Finalmente, acezando ya, pronuncio entre dientes y casi silbando, noventa y nueve y... por fin, un aroma gustoso se instala en mi nariz y desde allí llega hasta mi estómago desfalleciente. Observo a los que se adelantaron y que conversan mientras devoran ricos platillos. Me pongo en la fila, pago...¿Condición?. ¿Ejecutivo, empleado, externo?. La sonrisa cordial de la dama me anima y contesto: “Extraterrestre”, compartiendo la sonrisa que se multiplica y me otorga un vale de valor inferior al que me correspondería. Bien!. Me caerá mejor la comida. Es buena, bonita y barata. Llevo mi bandeja a un lugar que me permita ver el cielo por los enormes ojos de buey del gran edificio, casi centenario. No veo cielo, solo ventanas y ventanas. Enormes edificios, en la avenida principal de la ciudad me han robado el cielo. Dommage!. Schade!. Lástima!. Pruebo un bocado, está sabroso, lo saboreo. Miro las paredes y veo muchos letreros. Leo: “El trabajo no mata a nadie, pero... para qué arriesgarse?”. “Si Ud. está entre los 16 y 18 años, entonces tiene 17”. “Si su novia arruina sus estudios, deje los estudios y arruine a su novia”. “¿Si una mujer da a luz en la vía pública, es un problema de alumbrado?”. Reflexiono mientras mastico y llego a la conclusión: parece que los distinguidos autores de los elegantes y bien diseñadas láminas murales han aprovechado muy bien la cultura contenida en los millones de volúmenes que hay bajo nuestros pies. Y ello no les echa perder el apetito... la comida del casino es buena y barata. Leo un último cartel, junto con el postre: “¿Si los hombres se atoran, las mujeres se avacan?”. Ya entendí. Estoy en el sancta-santorum de la cultura del país. Desciendo los noventa y nueve escalones, pero no los cuento esta vez. ¿Por qué?. Porque sospecho que son los mismos que conté al entrar. ¡Sí!. El ingreso, el contacto, el deambular entre tanta cultura ha aumentado notablemente mis facultades intelectuales. Estaba muy rico el charquicán que, por lo demás, es el único plato reconocido de origen exclusivamente chileno. Ahhh,..la cultura!. No hay nada como la cultura. Sinónimo de cultivo, por lo demás. Cultivo de choclos, zapallo, papas y todo aquello que encierra el delicioso plato que me ha deleitado. Volveré a este templo del saber, sin duda...