domingo, junio 20, 2010

Las aventuras de un desventurado o un viaje al templo de la cultura


Cuento los escalones, uno, dos, tres, ... primera gran escalera del gran edificio. Gigantesca entrada, tuerzo a la derecha, escalera de mármol, quizás de Carrara, sigo contando, veinte, veintiuno, veintidós, ... finalmente llego al segundo piso. Tanto o más espectacular que el primero. Grandes columnas, una enorme pintura en un muro del fondo me llama la atención, un paisaje del sur, con un gran volcán, árboles, maravilloso, me acerco, la pintura se agranda cada vez más, estoy a un metro de distancia. Ya no veo nada, es una enorme demostración de una especie de puntillismo. Sólo se admira el difuminado paisaje a más de diez metros de distancia. ¿Cómo lo hizo?. No me lo imagino, al pintor, retrocediendo diez metros después de cada una de las miles y miles de pinceladas. No entiendo. Pero tengo hambre. Retrocedo sobre mis pasos, oteando en las grandes aberturas que los arquitectos han diseñado como círculos o elipses y por los cuales veo, diez metros más abajo, las figuras en escorzo de los estudiantes que vienen a completar sus estudios en el lugar donde se acumulan millones de libros. Ante mí, unas puertas de cristal, dobles, curioso, observo de cerca, sin atreverme a pasar del dintel. En el interior, una biblioteca especial, una joya arquitectónica con valiosas maderas y una doble y triple altura de corredores estrechos que bordean las paredes del gran recinto, con libros antiguos. Todo lujosamente alfombrado de rojo oscuro, hace juego con la caoba de los finos muebles. Un distinguido lector levanta la vista y mira hacia la entrada. Huyo de inmediato y continuo mi ascenso, esta vez en una más estrecha escalera que serpentea para subir a las alturas. Cuento, cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve... las piernas comienzan a doler. Finalmente, acezando ya, pronuncio entre dientes y casi silbando, noventa y nueve y... por fin, un aroma gustoso se instala en mi nariz y desde allí llega hasta mi estómago desfalleciente. Observo a los que se adelantaron y que conversan mientras devoran ricos platillos. Me pongo en la fila, pago...¿Condición?. ¿Ejecutivo, empleado, externo?. La sonrisa cordial de la dama me anima y contesto: “Extraterrestre”, compartiendo la sonrisa que se multiplica y me otorga un vale de valor inferior al que me correspondería. Bien!. Me caerá mejor la comida. Es buena, bonita y barata. Llevo mi bandeja a un lugar que me permita ver el cielo por los enormes ojos de buey del gran edificio, casi centenario. No veo cielo, solo ventanas y ventanas. Enormes edificios, en la avenida principal de la ciudad me han robado el cielo. Dommage!. Schade!. Lástima!. Pruebo un bocado, está sabroso, lo saboreo. Miro las paredes y veo muchos letreros. Leo: “El trabajo no mata a nadie, pero... para qué arriesgarse?”. “Si Ud. está entre los 16 y 18 años, entonces tiene 17”. “Si su novia arruina sus estudios, deje los estudios y arruine a su novia”. “¿Si una mujer da a luz en la vía pública, es un problema de alumbrado?”. Reflexiono mientras mastico y llego a la conclusión: parece que los distinguidos autores de los elegantes y bien diseñadas láminas murales han aprovechado muy bien la cultura contenida en los millones de volúmenes que hay bajo nuestros pies. Y ello no les echa perder el apetito... la comida del casino es buena y barata. Leo un último cartel, junto con el postre: “¿Si los hombres se atoran, las mujeres se avacan?”. Ya entendí. Estoy en el sancta-santorum de la cultura del país. Desciendo los noventa y nueve escalones, pero no los cuento esta vez. ¿Por qué?. Porque sospecho que son los mismos que conté al entrar. ¡Sí!. El ingreso, el contacto, el deambular entre tanta cultura ha aumentado notablemente mis facultades intelectuales. Estaba muy rico el charquicán que, por lo demás, es el único plato reconocido de origen exclusivamente chileno. Ahhh,..la cultura!. No hay nada como la cultura. Sinónimo de cultivo, por lo demás. Cultivo de choclos, zapallo, papas y todo aquello que encierra el delicioso plato que me ha deleitado. Volveré a este templo del saber, sin duda...

No hay comentarios.: