domingo, julio 11, 2010

¿ Porqué no soy escritor ?


En el suplemento de “La revista de libros” de “El Mercurio” del viernes 28 de abril de 2006, aparecen, como es obvio, dos entrevistas a famosos escritores, un estadounidense, Richard Ford y un pakistaní, Hanif Kureishi. No he leído a ninguno de los dos y creo que tampoco los leeré, porque la época en que leía casi un libro al día de ficción, sobre todo novelas, transcurrió entre 1954 hasta 1961. Es decir, entre los 12 y los 19 años. En esos siete años, leí, sin duda, miles de títulos, preferentemente de autores de la primera mitad del siglo XX. Entre los que más me impresionaron estaban los grandes franceses, Roger Martín Du Gard, Marcel Proust y sobre todo, mi gran favorito, Jules Romains. (De este último es el nombre del blog, “La alfombra mágica”).
También leí a los ingleses, alemanes, italianos y algunos estadounidenses, a los consagrados, casi todos los Premios Nobel. Curiosamente, leí poco de autores en idioma español, con algunas excepciones, como Borges, Cela o Benedetti. Cuando digo poco, me refiero a cien o doscientos títulos. Cuando digo mucho, quiero decir quinientos o mil obras. Actualmente, aunque en 1988 vendí cerca de mil novelas, aún conservo unas quinientas obras de ficción, algo perdidas entre cuatro o cinco mil títulos de no-ficción. Mi cambio en mi material de lectura se inició en 1962 cuando ingresé a la Universidad y desde ese momento en adelante, primero por los estudios y luego por mi trabajo como profesor, casi todas mis lecturas fueron no-ficción: Derecho, Economía, Historia, Geografía, Filosofía, Sociología, Psicología, Educación, Antropología, etc. Nunca leí mucho teatro o poesía. Pero tengo a los grandes, no faltan en mi biblioteca Eugene O’Neill o Pablo Neruda. A pesar de la gran cantidad de lectura, nunca pensé en escribir, aunque durante mi tercera década, dediqué algún tiempo en plasmar el resumen de algunas futuras novelas románticas en escenarios históricos, que muchos años después enumeré en algún momento. Me llamó la atención que un tema de los que esbocé, lo desarrolló posteriormente Isabel Allende. Me refiero a una historia en la época de la fiebre del oro en California, en 1848. Algo escribí también en la línea de la ciencia ficción, con influencia de Bradbury y Huxley, sin duda. Recuerdo algunos títulos: “El sin número o “No number” y “El cónsul”, un cuento corto.
Pero... ¿Qué es lo que me llamó la atención en estas entrevistas a Ford y a Kureishi?. Es la coincidencia entre ambos en cuanto al oficio de escribir. Dice Ford: “Me interesa la forma en que la gente encuentra refugios, en que se acomoda durante el pasaje por la vida. Disfruto del aspecto de las casas, la estética.”. Este tipo de observación, yo le he practicado desde mi adolescencia. Caminando cuadras y cuadras, en barrios de distintas clases sociales, en todos ellos, me fascina las innumerables formas de organización del entorno. La arquitectura, el urbanismo me produce una sensación de bienestar y casi exaltación, como si a través de esa visión, pudiera comprender el sentido de la vida. Ford describe en sus obras aspectos de la vida de personas de la clase media y también algunos marginales... “En realidad, creo que todos somos iguales”, afirma. Por su parte, Koreishi, en relación al oficio del escritor sostiene: “Escribo cualquier cosa, escritura libre. Escribo cualquier porquería, algo que pasó ayer o hace cuarenta años, o lo que soñé o algo que me dijeron mis hijos”. Ahora, en mis Blogs, practico lo mismo, escribo cualquier cosa, lo que se me viene a la mente de pronto y a vuelapluma, tal como sale. Lo que estoy escribiendo ahora es producto de tratar de responder la pregunta: ¿Por qué no soy escritor?. O quizás, con mayor precisión: ¿Por qué no he publicado algo?. Pero creo que haré un resumen de esto, más breve.
Trato de responderme. En primer lugar, todo lo que he escrito en el mundo académico, como estudiante o profesional, nunca lo he considerado, por diversas razones, como digno de editarse, aunque muchos de esos escritos fueron calificados con nota máxima e incluso con la recomendación expresa, (y escrita), de que los publicara. Siempre creí que esos elogios eran equivalentes a los que yo entregaba a mis propios alumnos. Un estímulo para un buen estudiante, pero no porque la obra intrínsecamente mereciera realmente ser publicada. Y los apuntes para mis alumnos nunca fueron más allá de buenos resúmenes o comentarios a las mejores obras disponibles de los temas en estudio del momento.
En cuanto a la ficción, mis propios poemas, escritos a partir de los cuarenta años, debido al sufrimiento de mi separación matrimonial y continuadas posteriormente con cada nueva pareja con la que intentaba formar un nuevo hogar, no da para nada más que el recuerdo muy íntimo de hermosas vivencias románticas. Quizás tenga algo de loco, pero de poeta, ni un poco.
¿Y que hay de la prosa?. Como indiqué anteriormente, sólo escribí las ideas principales para algún relato, aunque terminé “El cónsul” y últimamente “Nadie le dio importancia”. Este último relato de ciencia ficción, muy breve, apenas dos hojas tipo oficio, letras tipo 10 y 8.
No escribo, entonces, por varias razones, la más importante de las cuales es que todo lo que escribo lo considero muy defectuoso o mediocre como literatura, aunque a mí me gusten, comparado con los grandes autores que he leído. Es evidente que estoy equivocado, es absurdo pensar que para publicar algo tengo que superar a los escritores que han ganado el Premio Nobel. Pero la razón subsiste, así que lo más cercano a la publicación que haré por el momento es transcribir el cuento “Nadie le dio importancia” en el Blog Remmos (Regusto) que aún no he usado, ya que no me he atrevido a utilizarlo para mi plan inicial, que era hacer de él un blog erótico. Ahora será el blog literario. Remmos es lo contrario de sommer, es decir, verano, en alemán.
Quizás la razón psicológica sea una muy baja autoestima, probablemente, pero eso ya no importa.
Lo que importa ahora es lograr escribir algo que me haga sentir satisfecho de verdad y lo quiera publicar porque creo que merece ser publicado “para el general esparcimiento del pueblo”.
De este artículo o conjunto de ideas, quizás haga una alusión en un próximo blog en la “Alfombra Mágica”, siempre y cuando me salga natural, de una necesidad muy sincera.
Por ningún motivo quiero transformar esto en algo parecido a un diario de vida, así que lo termino aquí al instante. Espero que mi imaginación aún pueda fructificar en algunos cuentos cortos de ciencia-ficción o algo semejante, con la idea de publicarlo como una antología de los mejor de “Albert Sand”. Si se publica, seguramente habrá más de alguien que crea que Albert Sand es un gran escritor. Ojalá fuera así, serían mis “quince minutos” de fama. Lo interesante de todo esto, lo más interesante sería lograr dinero por mis escritos. Si así fuera, por primera vez me sentiría que me habría ganado el dinero con total legitimidad.

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