I. Un extraterrestre busca un compañero para una tarea en común
Günther Köppen era un escéptico empedernido. Cuando se formó esa pequeña nube azulada frente a él, entrecerró los ojos y hasta se pasó las manos sobre ellos para hacer desaparecer ese error de su vista. Pero la nube permaneció allí.
Peor aún. La nube tomo una forma que recordaba a la de un ser humano y le habló:
- "Mi nombre es Solcyn, soy extraterrestre y te he elegido para una tarea".
El tono de la voz le resultó extraño y a la vez conocido. La extraña forma, materializada en su propio dormitorio, exactamente a las 01.00 AM, repitió la frase como si se dirigiera a un niño. Ahora reconoció la voz... ¡era la suya! Era el mismo tono de sus grabaciones para el colegio secundario, donde hacía clases de Historia.
Impávido y sin sentir temor, evaluó lo que estaba sucediendo. Las conclusiones que sacó eran muy claras. El exceso de trabajo le estaba jugando una mala pasada y lo que estaba viendo era una alucinación, ya que se daba cuenta que no era un sueño, estaba perfectamente despierto.
Bien... pensó. Probemos esta estupida alucinación. Con un gran esfuerzo de su parte y sorprendido por el debil sonido de su voz, susurró:
-"Demuéstrame que eres real".
La especie de fantasma azul que tenia delante le replicó:
-"¿Qué quieres que haga?"
No tuvo ninguna duda al solicitarle algo. Estaba endeudado hasta los pelos. Así que le dijo:
-"Pon arriba de mi cama veinte millones en billetes de veinte mil pesos".
La figura extraterrestre pareció como si cambiaba de color por un instante. Del azul transparente pareció pasar a un color plateado, casi como si fuera de acero, pero fue tan fugaz que no podria asegurar si realmente sucedió.
Lo que sí apreció, fue el pequeño bulto de billetes sobre su cama. Eran de veinte mil pesos, nuevos y correlativos. Nerviosamente constató su numeración y apreció que eran exactamente mil billetes. ¡Veinte millones de pesos! Era lo que el debía. Para ganar esa suma hubiera tenido que trabajar tres años.
Miró una y otra vez los billetes, eran reales, su textura era exactamente la de billetes nuevos y hasta sentía su particular aroma.
Ahora sí miró a ese especie de fantasma azul, tratando de centrar su vista en lo que parecía ser la cabeza de la borrosa figura, en continuo movimiento interno. Pero lo que vió no era suficiente para identificar un rostro.
No habló, sólo pensó:
-"Si no es una alucinación y estos billetes son verdaderos, ni falsos, ni robados y con ellos logre pagar todas mis deudas y tenga en mis manos los documentos respectivos, entonces sí creeré que estoy frente a un extraterrestre... (...) ". (CONTINUARÁ)
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