Y mientras pensaba esto, Günther no cesaba de acariciar los billetes.
El extraterrestre habló:
-"Günther. No estás alucinando. Los billetes no son falsos. Sí los robé, pero es imposible que lo descubran. Puedes usarlos mañana con toda tranquilidad y sin ningún cargo de conciencia. La persona que ya no los tiene, jamás se dará cuenta de ellos y además, es poseedora de miles de millones. ¿Quedas tranquilo?."
Günther, ahora sí sacó la voz y casi gritando dijo:
-"¡Sabes lo que pienso! ¡Eres telépata!"
El extraterrestre respondió en forma muy tranquila:
-"Por supuesto, pero sólo cuando lo verbalizas en tu mente. Cuando conversas contigo mismo."
Günther estaba estupefacto. Se quedó mirando al extraterrestre, aferrando los billetes por un buen tiempo. No sabía qué hacer ni qué decir.
El extraterrestre volvió a hablar:
-"Tranquilízate y descansa. Mañana comenzarémos nuestra tarea. Te lo voy a explicar ahora en forma rápida y sencilla. Más adelante te lo podré explicar mejor. Fui autorizado en mi mundo para trasladarme a tu planeta. Yo lo elegí porque creo que puedo pasarlo muy bien aquí por un tiempo. Pero la forma en que me ves ahora no la puedo mantener mucho tiempo. En cambio, no tengo ningún problema si logro mantener el contacto contigo.
Como has visto, tengo poderes como para transformarte en el hombre más rico del mundo. Sé que la riqueza material es poder aquí en tu planeta. También sé que tu estás en contra de ella. Pues bien, por eso te elegí. Mi tarea es la de destruir para siempre el poder del dinero en tu planeta y dejar establecido el poder de las virtudes que en mi planeta reinan desde hace milenios. Pero tengo que hacerlo a través tuyo. Mañana tu solucionarás tus pequeños problemas económicos. Estarás tranquilo. Eres un hombre sin mayores compromisos. Sé que tienes dos hijos y los podrás ayudar a tu gusto. También al resto de tu familia y tus amigos y conocidos. Pero en general sé que eres un hombre solo. Eso es bueno para mí, porque mi objetivo, a través de tí es apoderarme de toda la economía mundial, para luego cambiar los valores materialistas del presente, por los verdaderos valores que deben primar en todo lugar civilizado.
Todo esto es para mí una tarea muy entretenida. Es casi como un juego, un juego lícito y permitido en mi civilización. Pero para tí, que serás el único que sabrás que tu poder viene desde afuera de la Tierra, es una oportunidad única que no debes desaprovechar, no por tí, sino por toda la Humanidad terrestre que representas. Espero haber sido claro. Desde mañana estaremos comunicados telepáticamente a través de una pantalla que sólo tu podrás ver y utilizar en todo momento. Entre los dos nos pondremos de acuerdo para cumplir con nuestro objetivo común.
Te he elegido porque lo que ahora vas a hacer en la realidad, gracias a mi ayuda, primero lo soñaste y esos sueños yo los capté. Me dí cuenta entonces que podía contar contigo parta hacer efectivo lo que para mí es el disfrute de un premio. Cambiar el destino de un planeta, en este caso la Tierra, a través de uno de los terrestres. El Elegido eres tú. Acepta la tarea y ahora duerme tranquilo. El PLAN ya ha comenzado."
Gúnther estaba casi catatónico. Entendió perfectamente el discurso y se dió cuenta de la forma simple con que se le había expuesto. Pero cuando la nebulosa figura azul desapareció al terminar las breves palabras, parpadeó rápidamente y hubiera creído que se despertaba de un sueño, si no fuera por el fajo de billetes que aún retenía entre sus manos. Los guardó cuidadosamente y a pesar de todo, se dispuso a dormir.
Pero cuando se estaba arropando para hacerlo, casi saltó de la cama sorprendido. Delante de sus ojos se había desplegado una pequeña pantalla de color celeste. En ella, con letras blancas muy destacadas leyó:
BUENAS NOCHES, GÜNTHER.
Casi inconscientemente contestó mentalmente, e instantáneamente en la pantalla, ahora de un hermoso color violeta, pudo leer con claridad:
BUENAS NOCHES, SOLCYN.
Cerró los ojos. La pantalla desapareció. Suspiró largamente y se durmió.
II. El primer día
Cuando despertó lo primero que hizo Günther fue revisar su bolso. En el relucían los mil billetes. ¡No lo había soñado!La pantalla celeste se le presentó. No se asustó esta vez. Leyó:
HAZ LO QUE TIENES QUE HACER. (CONTINUARÁ).
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